lunes, 14 de febrero de 2011

THE FRINGE, CIENCIA FICCIÓN EN ESTADO PURO

Recuerdo como series míticas V en aquellos años de infancia –tengo que ver el remake a ver qué tal ha quedado- y Expediente X, que era, sin más, una guapada. Vamos a revolver la realidad, las leyes de la física y nuestras propias creencias y a ver qué pasa. El principio es sencillo, los resultados menos claros. Parece que la serie The Fringe ha dado en el clavo en esa difícil conjunción.


El campo de acción es surtido, por ejemplo, ¿recordáis las muertes múltipes de pájaros en EEUU y en Suecia en Nochevieja?, pues a mí, que por deformación se me ocurre pensar en cosas raras, el hecho en sí me llamó la atención, y por supuesto, no me creo que los fuegos artificiales los mataran a miles, con la crisis tampoco serían para tanto, digo yo, no sé. También me llama la atención que en la serie Flashforward apareciera en un capítulo un hecho muy similar, pero bueno, esto lo dejamos para otro día.
El caso es que cosas como estas y muchas otras hacen muy interesantes las propuestas extrañas para explicar la realidad o más bien para jugar con ella, es el campo de la ficción que tanto me gusta, en el caso de la serie The fringe, de la ciencia ficción.
Ando por la tercera temporada, las dos primeras fueron excelentes, la tercera va por la misma vía. Un grupo secreto del FBI se encarga de investigar fenómenos paranormales de todo tipo: una criatura mutante, personas congeladas sin razón aparente, muertos en un autobús de forma inexplicable, viajes entre universos y un sinfín más de casos de lo más peregrino pero con un denominador común: la duda y la sospecha de que hay un patrón programado por una fuerza no identificada –extraterrestres, el propio gobierno, una misteriosa empresa etc.
Los hechos, por supuesto, no son reales, ni falta que hace, que bastantes cosas reales extrañas hay en los periódicos, pero sí son verosímiles, son creíbles.
Los casos son apasionantes, contados en forma de relato no lineal, como la mayoría de las series, con el objetivo de atrapar al espectador. También son apasionantes los personajes, un viejo científico medio chiflado y entrañable, su hijo, un descreído superdotado que dota al equipo de un poco de equilibrio, energía y valentía y la misteriosa agente Olivia Dunham, que poco a poco va creyendo en lo que ve, entre otras cosas, porque ella misma parece dotada de ciertas características que encajan en lo que ocurre, así que no le queda más remedio que pensar que hay más cosas de las que se pueden ver, muy a su pesar en ocasiones.
Una serie estupenda, vaya.

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