viernes, 30 de agosto de 2013

ESTRENO DEL DOCUMENTAL SOBRE LOS POETAS DEL NIKÉ

  • El verano toca a su fin y la agenda cultural comienza su movimiento.
    El día 7 de septiembre:
    Estreno del documental "Café Niké: Oficina Poética Internacional" que tendrá lugar el próximo sábado 7 de septiembre a las 19:30 horas en el Centro de Historias de Zaragoza.






Niké de los Poetas, Peña

Contenido disponible: Texto GEA 2000  |  Última actualización realizada el 07/08/2009
El día 23-V-1940 se inauguraba en Zaragoza el café Niké, propiedad de don Joaquín Lascuevas, don Lorenzo López y don Fernando Yanguas. Estaba situado en la calle del Requeté Aragones, hoy del Cinco de Marzo, céntrica y tranquila aunque muy transitada.
El establecimiento —con servicio de repostería a cargo de don Mateo López— era muy tradicional en su construcción y elementos decorativos: columnas pseudoclásicas, espejos de dorados marcos, divanes discretamente tapizados y numerosas mesas en las que se consumían hojaldres, chocolates vieneses y cafés en un plácido transcurrir de las horas. Pronto se vio favorecido por una fiel clientela de matrimonios de cierta edad, grupos de señoras de clase media y parejas de novios.
La primera «Peña Niké», formada por intelectuales y artistas, surgió al poco tiempo de inaugurarse el café y reunía a escritores, dibujantes, pintores, escultores y periodistas como Bayo Marín Buscar voz...Marcial Buj Buscar voz...«Chas», Rael, Almenara, Borao, Gil Losilla, Emilio Alfaro Lapuerta Buscar voz..., Navarro, Burriel, Bretón, Ostalé Tudela y Pérez Piqueras. Aunque fueron años de intensa actividad individual de sus miembros, la peña como conjunto no dejó huella en la cultura zaragozana, disgregándose poco a poco.
A principio de los cincuenta comenzó a bullir la segunda peña en torno a Miguel Labordeta Buscar voz..., quien con sus libros Sumido 25 (1948) y Violento idílico (1949) se había convertido en el ídolo de los jóvenes poetas aragoneses. Fueron sus primeros contertulios el poeta Emilio Lalinde y el crítico literario Gil Comín Gargallo, aunque en unos meses, las mesas del fondo de Niké se llenaban a todas horas por un tumultuoso grupo de intelectuales, convirtiéndose en el domicilio social de la O.P.I. (Oficina Poética Internacional).
La O.P.I., fruto de la sarcástica imaginación de Miguel Labordeta, gozó de doce o catorce años de regocijante existencia, como fecunda parodia de las estructuras burocráticas oficiales de la cultura. Los poetas admitidos en la O.P.I., según su importancia, eran clasificados como jaunakos, unguejollos u opicilos, es decir, de primera, de segunda y de tercera clase. Presidían las ceremonias el propio Miguel y ManuelPinillos Buscar voz..., premio «Ciudad de Barcelona de Poesía» por De hombre a hombre (1952). Junto a estos dos hombres clave de la poesía moderna española, formaron en la O.P.I., José Antonio Labordeta Buscar voz...Manuel Rotellar Buscar voz...Julio Antonio Gómez Buscar voz...Emilio Gastón Buscar voz...Fernando Ferreró Buscar voz...Ignacio Ciordia Buscar voz...,Guillermo Gúdel Buscar voz...Raimundo Salas Buscar voz...Luciano Gracia Buscar voz...Rosendo Tello Buscar voz...Miguel Luesma Buscar voz..., Enrique Carnicer, Pedro Marín, Vicente Cazcarra Buscar voz..., Andrés Calvo, Benedicto Lorenzo de Blancas Buscar voz...,Emilio Alfaro Gracia Buscar voz..., Antonio Carnicero, Cándido Castillo, J. A. Rey del Corral, J. L. Aguirre «Carioco», Fernando Alfaro, Manuel Sopeña, Eduardo Valdivia Buscar voz..., J. A. García Dils, J. L. Pomarón Buscar voz..., Luis García Buñuel, Luis Arenillas, Antonio Artero Buscar voz..., Jesús Lizaranzu, Mariano Gaspar Gracián, Julián Borreguero Buscar voz...José Orús Buscar voz..., este último, junto con Emilio Alfaro, desmembrado de la tertulia de «Los Espumosos», donde se reunían Santiago Lagunas Buscar voz..., Manuel Derqui Buscar voz..., J. M. Aguirre Buscar voz..., Manuel Berdún, Joaquín Mateo Blanco, J. B. Uriel y Atilano Lamana, con la esporádica asistencia de Manuel Pinillos.
Aunque conocida como «peña de poetas» los nombres citados indican que la O.P.I. de Niké apiñaba a pintores (Orús, Gaspar Gracián, Borreguero), novelistas (Valdivia), cineístas (Rotellar, Alfaro, Pomarón, Artero), autores dramáticos (Alfaro, Valdivia), ensayistas (Anguiano), críticos (Rotellar), actores (Calvo, Rotellar, J. A. Labordeta, que aún no había soñado convertirse en cantautor), activistas políticos (Cazcarra, más tarde secretario general del Partido Comunista de Aragón Buscar voz...; J. L Aguirre, uno de los utópicos invasores de la frontera franco-española, años después de huir de Zaragoza), científicos (García Buñuel, Arenillas, Alfaro) y diletantes (Marín, Lizaranzu), además del núcleo central de cultivadores de la poesía.
Contertulios intermitentes fueron el versátil Felipe Bernardos Buscar voz..., multicrítico del desaparecido diario del Movimiento, Amanecer Buscar voz...; José María Razquín, polígrafo de Cervera (Lérida), y ojo derecho en Cataluña de Fraga Iribarne con el transcurso del tiempo; Pío Fernández Cueto, el legendario actor y rapsoda, a quien sostuvo la familia Labordeta durante años con su proverbial generosidad; Agustín Ibarrola, el pintor vasco, entre cárcel y cárcel; Jorge de Oteiza, poeta y escultor, tambiér vasco; A.F. Molina, afincado hoy en Zaragoza y a la sazón colaborador de Cela en su refugio balear; Joaquín Mateo Blanco, uno de los hombres de F.E.T. que con más empeño trabajó por la cultura aragonesa. Por la O.P.I. de Niké pasaron Pablo Serrano, Vicente Aleixandre, José Hierro, Fernando Quiñones, los Dicenta. Con mayor espectro artístico, la O.P.I. significó durante los años cincuenta lo que de revulsivo supuso en la década anterior la eclosión de la escuela de Zaragoza de arte abstracto (Lagunas, Aguayo, Laguardia, Vera, Santamaría) en la pintura española.
Una vitalidad desbordante caracterizaba a los hombres de la O.P.I. y no sólo en el mero desarrollo de las tertulias (que podían comenzar a las diez de la mañana y concluir al cierre del café, pasada la medianoche). Ni en sus ceremoniales nocturnos de entrega de diplomas, coronas de laurel y narices postizas con gafa incorporada en jubilosos actos antiacadémicos. Una ingente obra de creación —pese a la censura y a la vigilancia oficial que, por ejemplo, condujo a un sonado proceso contra Eduardo Valdivia por supuestas ofensas verbales al jefe del Estado— deja constancia de los fértiles años de Niké para la cultura aragonesa.
En efecto: la O.P.I. produjo dos revistas Despacho Literario, órgano de la O.P.I. (M. Labordeta) y Papageno (J. A. Gómez) y cuatro colecciones literarias, «Coso Aragonés del Ingenio» (creada y mantenida por Gastón, Alfaro, Anguiano, Mateo y Razquín); «Orejudín» (por Miguel y J. A. Labordeta); «Poemas» (por Luciano Gracia y Guillermo Gúdel) y «Fuendetodos» (por J. A. Gómez). Ello supuso el lanzamiento de más de cuarenta libros de poesía, ensayo, narrativa, teatro, historia y crítica y el estreno o la publicación de unas quince obras dramáticas, amén de la realización de veintidós películas, careciendo de toda subvención oficial o privada y superando los recelos gubernativos hacia un grupo políticamente heterogéneo, pero en el que predominaban las izquierdas.
Cuando la O.P.I. había alcanzado prestigio nacional, mereciendo, incluso, un programa especial de la segunda cadena de T.V.E., la muerte comenzó a cebarse en sus filas.
Había sido Emilio Lalinde el primer miembro de la O.P.I. en morir en plena juventud. Por extraños motivos de burocracia sanitaria su hermano, Miguel Labordeta y Emilio Alfaro subieron hasta su domicilio el cadáver sentado en el sillín del ascensor. Poco después fallecía el poeta Cándido Castillo, iniciando un auténtico vendaval de muerte sobre la O.P.I. Gaspar Gracián, pintor, escenógrafo y figurinista, aparecía desintegrado en su lecho tres meses después de fallecer; Miguel Labordeta, el gran poeta aragonés del siglo XX, perecía asimismo durante el sueño; un nuevo infarto aniquilaba a Raimundo Salas, el poeta de la bondad; Felipe Bernardos moría en accidente de carretera; Eduardo Valdivia, el mejor narrador aragonés de su tiempo, era víctima del cáncer y, cerrando la macabra lista, Manuel Sopeña abandonaba su silla de Niké para siempre.
La muerte de Miguel señaló la disgregación de la O.P.I., concluyendo un ciclo creador asombroso y realizado por pequeños grupos dentro de la tertulia, amén de las actividades individuales de cada uno.
Los poetas de Niké sólo volvieron a reunirse en el magnífico portafolio editado por Julio Antonio Gómez como homenaje póstumo al creador de la O.P.I., su amigo Miguel Labordeta.
En cuanto al Café Niké (un recuerdo a sus empleados, tan vinculados a la Peña: José Vinués, Ernesto Arce, Julio Irincheta, Fermín Álvarez y Cosme Auré), sucumbía también a la ferocidad de una Zaragoza moderna, ávida de solares edificables y de locales comerciales. Cerró el día 22-V-1969.

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