lunes, 7 de abril de 2014

WHITE COLLAR (LADRÓN DE GUANTE BLANCO): LA SERIE

WHITE COLLAR (LADRÓN DE GUANTE BLANCO) (Jeff Eastin, EE.UU., USA Network, 2010)
White Collar es una de esas series de ingenio que suelen ser siempre entretenidas. Con serie de ingenio llamo a aquellas producciones donde lo que prima es que uno de los personajes tiene habilidades intelectuales muy por encima de la media para la resolución de problemas de distinto tipo. Es el caso de Mike Ross en Suits, también de House, en donde se aplica la inteligencia supina del cabroncete doctor para resolver las dolencias de los pacientes, pero cuya lógica es la misma que en la novela detectivesca, al modo de Sherlock Holmes o su versión de serie Sherlock.
Durante la redacción de estas líneas se ha robado el Códice Calixtino en Santiago de Compostela y el robo de arte ocupa todas las portadas. Esta temática se hace ficción en White Collar. En casos reales, sin embargo, poco glamour podemos destacar en la figura del expoliador Erik “el belga”.
El personaje principal es Nathan (Matt Bomer), un experto ladrón de arte y falsificador recuperado de prisión como consultor para el FBI. Así, con la estética de un triunfador (guapo, con dinero, con estilo, con un inevitable atractivo para las mujeres), Nathaniel, debe superar la diatriba entre el bien y el mal, aunque su oficio se presenta como un menester glamuroso. En el desarrollo de la serie podemos ver que hay dos tramas en paralelo. Esta disposición (de cuerda le llamaremos más adelante) tiene como misión hacer que los aficionados a la serie se enganchen por la trama secundaria –y más interesante— y aquellos que se la encuentren en la parrilla la puedan seguir sin ningún problema, ya que se resuelve un caso por capítulo.
El guapo protagonista, que comienza la primera temporada encerrado en prisión, huye para encontrarse con su bien amada Kate, sin embargo, esta ha desaparecido dejando tan sólo tras de sí una misteriosa caja de música (esta misma trama sigue en la segunda temporada). Sin embargo, pronto se pondrá en contacto con él de forma misteriosa para que le entregue a alguien cuya identidad desconocemos y no se puede desvelar en estas páginas, todos los botines obtenidos a lo largo de años de fechorías.
Como acompañante del elegante ladrón debemos destacar al agente Burke (Tim Dekay) del FBI, especializado en el robo de obras de arte y que es quien asume su custodia para devolverlo a la libertad. Entrañable personaje, casi paternal en algunos momentos, deberá tomar la decisión de respetar la ley o vulnerarla muy levemente para que el ex convicto, a quien por cierto admira bastante e incluso envidia en ocasiones, le pueda ayudar a atrapar a los malos. Da buen resultado esta pareja, que puede resultar en ocasiones un tanto quijotesca por los evidentes contrastes entre los dos personajes. Cierto protagonismo adquiere también su comprensiva esposa, Elisabeth Burke, interpretada por la actriz Tiffani Thiessen, a quien recordaremos de producciones más juveniles de no hace demasiados años como Salvados por la campana o Beverly Hills, 90210. Ella, al igual que su marido, cae rendida –en los términos más castos— a los encantos de Nathan.
Por último, podemos hablar de Mozz, el escudero de Nathan. Es un curioso personaje que le ayuda en las tareas más bajas de investigación, es su amigo, su abogado y su confesor. Gracioso el personaje interpretado por Willy Garson, que podemos recordar de Sex and the City.
Un producto bastante entretenido por lo entrañable de los personajes, muy cercanos a cualquier espectador y por el desarrollo narrativo, donde se combina una acción nada violenta con la resolución inteligente de las situaciones.

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