jueves, 3 de septiembre de 2015

MAD MEN, LA SERIE Y EL LIBRO, POR PABLO LORENTE

Nueva colaboración en Es_cultura, la revista de la Universidad San Jorge, esta vez sobre Mad Men.
Reseña del libro Mad Men o la frágil de los sueños en Madison Avenue, de Errata Naturae.


«Mad Men», el libro que trata sobre la serie


Mad Men (Matthew Weiner, AMC, 2007-2014) no es una serie de televisión. Parece una serie, se presenta bajo ese formato, pero no es una serie. Es, si acaso, una máquina de producir sensaciones, de desvelar sentimientos, de crear belleza.

La serie ha ganado cuatro Globos de Oro y 15 Premios Emmy (105 nominaciones en total).
La serie ha ganado cuatro Globos de Oro y 15 Premios Emmy (105 nominaciones en total).
Verbigracia, en el capítulo 12 de la séptima y última temporada, Don Draper, el grandísimo personaje (Jon Hamm), está en una sala de reuniones. Los genios de la publicidad discuten una nueva estrategia para promocionar una cerveza. Sin embargo, Don ya no parece estar allí. De pronto, mira por la ventana, tras el Empire State Building un avión deja una estela en el cielo azul. Don se levanta y se marcha de la reunión mientras un amigo se sonríe porque sabe, quizá también nosotros, lo que le pasa.
Me gustan los retos, sin embargo, epitomar en estas líneas siete temporadas de una de las mejores series de los últimos años es un reto inabarcable. Y como quiera que cuando uno se propone hacer algo, casi siempre hay alguien que lo ha hecho antes, reseñaré brevemente el libro (VV. AA., Mad Men o la frágil belleza de los sueños en Madison Avenue, Errata Naturae, Barcelona, 2015) —coordinado por Raquel Crisóstomo y Enric Ros— que la editorial Errata Naturae le ha dedicado a esta producción televisiva. En esta obra encontramos una reveladora entrevista realizada por Semi Chellasal productor ejecutivo (show runner) de la serie (Matthew Weiner) y 11 ensayos realizados por 13 autores sobre diversos aspectos de la producción.
En la entrevista, realizada a lo largo de 18 meses, no faltan datos curiosos, como el método de trabajo del productor —dictando en muchas ocasiones los diálogos—, o la influencia de la obra del escritor John Cheever (las series y la literatura siempre de la mano). También, y a modo de resumen para comprender la serie, se nos dice que: «Siempre he dicho que Mad Men es una serie cuyo tema es cómo convertirse en un hombre blanco».
El escritor Enrique Vila-Matas escribe un artículo sobre la brevedad en la literatura y la influencia del instante en la serie; a través de esta reflexión, comenta su reencuentro con el cuento. Podemos extraer una idea esencial, y es que «Mad Men (es) cine con fondo literario».
Concepción Cascajosa nos instruye sobre el modo de trabajar dentro de una serie con datos que nos dan una justa dimensión de estos proyectos faraónicos: ingentes cantidades de dinero para cada capítulo, el elevado número de guionistas que participan… De igual manera, vemos la figura de Weiner en su justa medida, con sus luces, pero también con sus sombras.
Mad Men o la frágil belleza de los sueños en Madison Avenue, coord. Raquel Crisóstomo y Enric Ros, editorial Errata Naturae, Barcelona, 2015, 304 pp, 19,90 €.
Mad Men o la frágil belleza de los sueños en Madison Avenue, coord. Raquel Crisóstomo y Enric Ros, editorial Errata Naturae, Barcelona, 2015, 304 pp, 19,90 €.
Para comprender mejor el tiempo de la serie, Óscar González realiza un didáctico repaso a los principales acontecimientos históricos a los que asistimos aunque, finalmente, llegamos a la conclusión de que «la serie habla más de nuestra época que de aquella». En este mismo sentido,Anna Tous -Rovirosa se centra en «la construcción mediática del sueño americano» a través de la originalidad que supone crear una serie sobre un mundo tan novedoso como es el de la publicidad. Gran parte del interés que la serie ha generado se puede comprender mejor con estas palabras: «Mad Men supone una incisiva descripción de los cimientos de nuestra sociedad contemporánea, en cuanto a las relaciones laborales y la sociedad de consumo se refiere, así como de la presencia de los medios de comunicación y su incidencia en nuestra vida».
Fernando de Felipe e Iván Gómez analizan en sus «trajes grises» los cambios y variaciones de los personajes fundamentales de la serie —casi siempre ligados al éxito profesional—, con sus ascensos y caídas. En contraposición, Iván Pintor se centra en la «figuración del hogar» y de la familia. Familias casi siempre rotas, casas que no son hogares porque, en palabras de Don: «Somos defectuosos, porque siempre queremos más. Estamos perdidos porque conseguimos cosas, pero añoramos lo que teníamos».
La figura de la mujer recibe un extenso análisis. Por un lado, Jordi Carrión, amén de repasar distintas series y la función de la mujer en ellas, nos propone un panorama sobre las mujeres de Mad Men desde la mirada masculina: «Esas series nos obligan, constantemente, a plantearnos cómo miramos a las mujeres y quiénes somos cuando las miramos». Por otro lado, Raquel Crisóstomo se centra en el punto de vista de la mujer, esas «mujeres anhelantes» que pueblan la serie y que tan diferentes son entre ellas: desde la perfecta casada, las mujeres a lo «Marilyn» o esa «tercera mujer», Peggy Olson, personaje complejísimo y rico en matices.
Enric Ros analiza la figura del héroe por excelencia, Don Draper, con sus logros, pero también con los demonios que corroen su alma tan a menudo, concluyendo que, por si cabía duda, «Mad Men es una serie para la hermenéutica» por poderse adscribir su personaje principal a la categoría de «la moralidad». Y en este mismo sentido, Manuel Jiménez y Xavier Grabolosa realizan un filosófico resumen de todas las temporadas: «Don Draper no es así: su radicalidad se construye en el mundo de las ambiciones abstractas; dominado por las apetencias simbólicas, Draper no puede vivir solo del dinero, precisa la idealización de su propia persona».
En definitiva, nos hallamos ante un interesantísimo conjunto de ensayos que analizan la serie, sí, es cierto; pero que analizan también un buen número de obras literarias, filosóficas, películas y otras muchas series, puesto que, al fin y al cabo, toda buena serie (y Mad Men lo es) es, sobre todo, y en palabras de Alberto del Pozo, «un artefacto de pensamiento».

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