jueves, 4 de febrero de 2016

EL PAPEL DE LOS ESCRITORES EN LA TELEVISIÓN, REPORTAJE DE ROCÍO AYUSO EN EL PAÍS: EL SALTO DE LOS NOVELISTAS A LA TV

Interesante reportaje de Rocío Ayuso en El País sobre el papel de los escritores en las series de televisión: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/10/05/babelia/1444067439_670087.html

REPORTAJE

El salto de los novelistas a la televisión

Rushdie, Franzen o Ron Moore, algunos de los autores que prueban suerte en la pequeña pantalla

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Caitriona Balfe, en un fotograma de la serie 'Outlander'.
Si los novelistas son Dios, creando mundos a su imagen y semejanza, los guionistas de televisión son como el big bang, creando desde el caos del writers room un universo que en lugar de papel tendrá por hogar una pantalla. Dos visiones de la creación narrativa que vivían en universos separados hasta que la nueva era dorada de la televisión hizo de los showrunners, dioses, y de los novelistas, guionistas.Como dijo Salman Rushdie la televisión le ha quitado el puesto al cine “e incluso a la novela” como la mejor manera de comunicar una idea. “En Mad Men o The Wire el autor es el centro creativo. Lo que puedes hacer con un personaje, con una historia, no se diferencia tanto de un libro”.
Rushdie lleva años desarrollando una serie de ciencia ficción para Showtime titulada Next People. Tom Perrotta ya lo ha conseguido con The Leftovers, lo mismo que Stephen King y La cúpula, George RR Martin y Juego de Tronos o Nic Pizzolatto con True Detective.Jonathan Franzen estaba en ello con la adaptación de The Corrections para HBO. Y hay más autores como Sam Lipsyte, Gary Shteyngart o Michael Chabon, entre otros, que trabajan en televisión. “Si me preguntas a qué me dedico nunca diré showrunner. Te diré escritor. Así me veo”, resumió a El País Ron Moore, al frente de series como Battlestar Galáctica u Outlander. Esta última es un ejemplo de simbiosis de los dos tipos de autores, de televisión y de papel, donde conviven como escritores Moore y la creadora de los 8 best sellersque inspiran la saga, Diana Gabaldon. De entrada la autora dijo que no a escribir para este otro medio. Una cosa era vender los derechos de su trabajo y otra mancharse las manos para adaptarlo ella misma. “Le dije que no porque no trabajo en grupo. Porque cuando escribo, escribo sola y es mi libro. Nadie lo toca”, confesó entonces al diario.

'Juego de tronos' y George R. R. Martin tendieron el puente sobre el abismo que separaba a novelistas y guionistas televisivos
Pero la curiosidad y la envidia mueven montañas. Si David Chase yLos Sopranos marcan el comienzo de la nueva edad dorada de la televisiónJuego de tronos y la participación de George R.R. Martin en su propio proyecto, escribiendo algunos de los guiones de su serie, fue quien tendió el puente sobre el abismo que separaba autores y guionistas. “No voy a negar que me pudieron los celos, la envidia de ver a George o a Robert (Kirkman con The Walking Dead), creadores originales de esas obras, escribiendo para sus series. Me hicieron pensar que yo también podía”, reconoció Stephen King al periódico. El mismo argumento atrajo a Gabaldon. Ese y la curiosidad tras su fuerte vinculación a una serie donde el equipo de producción fue “más que generoso” implicándola en todas las decisiones narrativas.
Aún así quiso más. Por ejemplo, la posibilidad de hacerlo mal. Una losa con la que viven los guionistas que adaptan la obra de otros y un reto para sus creadores. “Yo les recuerdo a los guionistas que tienen la libertad de fracasar. Si me lo permites, de cagarla. La misma que yo disfruto cuando escribo The Walking Dead, caminando en la cuerda floja con cada cómic. Una experiencia que también te llena de adrenalina, la misma que sale del writers room cada vez que destrozan uno de mis libros para hacer de él el mejor episodio de televisión”, argumenta Kirkman. “Yo jugué con ventaja porque tenía experiencia en Hollywood”, recuerda Martin de unos años de los que salió tarifando. “Entonces vi la otra cara. Y son muchos los novelistas que no entienden cómo funciona el medio, lo que lleva a malentendidos”, admite incluyendo su propio malestar de entonces. Ahora, tras haber escrito un guión por temporada, parte de él querría “aumentar el vínculo”. Pero la otra, la que tiene que poner fin a la sexta y última novela de su saga, The Winds of Winter, le fuerza a abstenerse. Como reconoció en su blog, “escribir un guion lleva mínimo tres semanas o más si no es una adaptación literal de la novela. En mi caso más porque nunca he sido bueno cambiando de tercio de un medio a otro (...) Y no puedo permitírmelo”.
La primera gran diferencia entre escribir una novela y un guion está en los números: La primera es cosa de uno y la segunda, de muchos. Como indica la escritora y guionista Taylor Jenkins, escribir para televisión significa ser capaz de decir la primera tontería que se te pase por la cabeza en una habitación llena de escritores. “Y decirlo con tal seguridad que no te tomen como idiota”, aclara. Hay algo más de metodología. “El libro se descuartiza, escena por escena, extrayendo todas las líneas del diálogo original para que los guionistas puedan utilizarlas aunque en ocasiones lo hagan en otro contexto”, detalla Gabaldon. Lo dice sin dolor porque como recordó James M.Cain tras las quejas de lo mucho que Hollywood había destrozado sus obras al adaptarlas, “los libros siempre estarán ahí”.


Kit Harington, en un fotograma de 'Juego de tronos'.
Lo que la televisión añade a los libros es audiencia. Hay quien va más lejos hablando de un nuevo soporte literario que no solo da un mayor control para crear sino que ofrece inmediatez y alcance. “Da miedo pero es cierto. En la actualidad la televisión ofrece a los escritores un sentimiento de autoría que contrasta con la situación de hace no tanto, cuando ni se sabía quién escribía. Los escritores estamos delante de nuestra obra y es agradable poder comunicarnos de manera más directa con quienes ven nuestras series”, confirma Damon Lindelof, autor entre otras series de Perdidos y que ahora escribe The Leftovers junto a Tom Perrotta. Las redes sociales han contribuido mucho a este cambio. Kirkman recuerda que el momento del cambio llegó con Kurt Sutter y su gran presencia en Twitter, donde su diálogo creó el mismo fervor que series como The Shield, Sons of Anarchy y ahora The Bastard Executioner, nacidas de su cuño. “Es un nuevo fenómeno. A medida que la televisión se adentra en el espacio digital y aumenta el acceso a su contenido, las redes sociales explotan con este nuevo universo donde las barreras desaparecen entre el creador y su público”, explica Kirkman, escritor de cómics, novelas, televisión y también cine. “Pero si tuviera una varita mágica que me devolviera al anonimato, la utilizaría en un instante”. Como sopesa el autor que les dio nueva vida a los zombis, es imposible hablar de la evolución literaria en la televisión, del poder de los showrunners, sin mencionar los peligros que entraña. “En mi caso si algo puede acabar con los zombis es su popularidad porque es fácil enamorarse de la atención que te da la fama”, admite el autor. El trabajo sigue siendo el mismo de siempre, lo que cambia es la percepción. “No creo tener más peso que el que tuvieron Gene Roddenberry o Steven Bochco. Y el trabajo es el mismo. Cambia la forma en la que se nos admira”, admite Moore. De ahí que incluso como guionistas se retiren a crear. Kirkman al sótano de su casa porque no tiene internet. King escribió el outline de La cúpula en un vuelo a Australia, encerrado en el avión durante 15 horas. “Llámame de la vieja escuela pero con tanta inmediatez en ocasiones lo que es un fenómeno en internet no es está demasiado bien escrito”, añade. Y Martin solo busca el conflicto en el corazón del hombre, un mantra que heredó de William Faulkner. “Cuando escribo, sin importar dónde, busco el impacto emocional, historias impredecibles que te lleven donde no has estado. Las mismas que quiero como lector”, explica.
Nada es tan rosa como lo pintan. Rushdie no ha conseguido poner su serie en marcha. La cúpula ha dicho adiós tras tan solo tres temporadas y en el caso de The Corrections, HBO pasó del proyecto por falta de presupuesto. “No teníamos dragones”, declaró Noah Baumbach, el realizador que se iba a encargar de la serie, comparando de forma mordaz su fracaso con el éxito de Juego de tronos. Lo mismo les pasó a William Faulkner, Raymond Chandler o F. Scott Fitzgerald cuando hace años se enamoraron de Hollywood. Ernest Hemingway fue al grano y se limitó a coger el dinero. “Todo es cíclico pero afortunadamente ahora estamos de moda. El mundo del entretenimiento busca contenido y la presencia de una saga con sus lectores o de un autor es bienvenida. Así es como funciona la televisión, no nos engañemos. Gracias a Dios, George R.R. Martin y su Juego de tronos abrió las puertas a los que vinimos detrás”, resume realista la escritora incluso cuando Martin todavía no tiene luz verde para su próximo proyecto, Capitán Cosmos, centrado en un joven escritor de ciencia ficción durante los primeros años de vida de la televisión.

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